En Castilla-La Mancha el gasto farmacéutico aumentó en el acumulado anual de 2019 un 2,61%, llegando a los 524 millones de euros. En el dato de diciembre del pasado ejercicio, este crecimiento se incrementó hasta el 6,12% con respecto al mismo mes del año anterior.
Por lo que se refiere a los datos disponibles en este 2020, en el acumulado interanual hasta el mes de mayo el crecimiento fue del 4,5%, sin embargo, se dispara en el acumulado de los cuatro primeros meses del año hasta el 8,27%, coincidiendo con la crisis del Covid-19.
En la región, la despoblación es un problema que afecta mucho a la farmacia rural. Muchas se han quedado con escasa población y serias dificultades de viabilidad económica, "tratan de seguir abriendo todos los días, pero cada vez resulta más complicado hacer frente a todos los pagos con los escasos ingresos, con lo cual puedo decir que la situación de la estas farmacias de viabilidad comprometida (VEC) es muy crítica", explica Mª Luz Moya Plaza, presidenta del COF Cuenca.
El virus ha golpeado duro en la comunidad, entre toda la población, y durante el periodo de la crisis sanitaria ha habido alrededor de 40 profesionales afectados, entre farmacéuticos, técnicos y auxiliares, llegando a tener hasta cuatro farmacias cerradas al mismo tiempo.
Gestión de la pandemia
Durante la crisis sanitaria, en Castilla-La Mancha los farmacéuticos se ofrecieron a distribuir sin ningún coste adicional los medicamentos de diagnóstico hospitalario (DH), aquellos que el paciente, independientemente de donde viva, debe acudir al hospital de referencia a recoger. En ese sentido, tal y como manifiesta la presidenta, "entendimos que, con el gran colapso existente en los hospitales, y con el fin de descargarlos de mayor presión asistencial, y al mismo tiempo evitar al paciente salir de su confinamiento, la farmacia, siempre cercana al paciente y con un profesional cualificado para dispensar medicamentos, era la mejor opción. Nuestra Administración no lo considero así. Tampoco autorizaron al farmacéutico a hacer atención domiciliaria, siendo el boticario el que mejor conoce a su población y sabe que aquellos pacientes más vulnerables y que en esta situación se iban a encontrar más necesitados, no se nos permitió. También nos ofrecimos a hacer test rápidos".
Otro tema de gestión sanitaria que afectó profundamente a las farmacias durante la pandemia fue el asunto de fijar los precios de las mascarillas, que en opinión de la profesión llegó tarde y mal regulado. Tarde porque cuando decidieron tomar cartas en el asunto la farmacia ya había sido víctima de numerosas empresas, ajenas a sus canales de distribución, que les ofrecían mascarillas a precios desorbitados, y con el fin de dar servicio a la población, parte de los farmacéuticos accedieron a estas compras.
"También debo decir que algunos luego no recibieron el material, con lo cual su cuenta de pérdidas se vio aumentada. De esta forma se pusieron en el mercado productos necesarios en esta crisis a un precio abusivo, digo productos porque con las soluciones hidroalcohólicas pasó lo mismo, con el agravante en este caso que en Castilla-La Mancha no se permitió a los farmacéuticos formulistas elaborar dicha solución. Y digo mal regulado porque en lugar de hacer una regulación en los tres niveles que comprenden la puesta en circulación de cualquier producto: fabricación, distribución y venta al público, solo han regulado el precio final", señala Moya.